¡Se te vino Edmundo, Maburro!


Que la soga se revienta por lo más delgado, es verdad. El caso de Venezuela, quizás único en el mundo moderno, es como para ponernos unos lentes de alta visión e intentar ver el futuro.

Más que conocer lo que nos deparará la vida, es ver las barbas del vecino, no dejarlas en remojo sino prestarle suma atención, pues cuando el río suena, piedras trae. Y esto, sí que va para nuestro hermoso país:
La caótica y crítica situación que padecen nuestros hermanos vecinos, tiene un inicio décadas atrás y ojalá hoy, estemos a puertas de un feliz final. Sí, el país con los estándares más altos en varios rubros a nivel mundial en las décadas de los 70´s y 80´s, comenzó una debacle, una picada vertiginosa tanto en lo social, ideológico, cultural y por supuesto económico, donde unos “aparecidos” vestidos de camuflaje, con voces recias, siendo los “chachos” del pueblo, arrasaron con lo que encontraron, teniendo  poca o nula resistencia en una sociedad que, cansada de tenerlo todo y viviendo hasta bueno, quiso ver y probar lo que no le correspondía.
Lo social, como en todos nuestros pueblos latinos, sólo por tocar este lado del terráqueo mundo, también estaba afectada por la disparidad económica, por la facilidad de ingresos a la vuelta de la esquina, con muchos subsidios y sentados en la riqueza emanada de la madre naturaleza.
Pero unos vivarachos, más que todos los demás, entonaron voces de cambio, gritos de igualdad económica a cambio de poco o casi nulo esfuerzo, hasta de riqueza fácil administrando lo que otro había levantado en años, pero con publicidad engañosa y retórica juntas, podían acceder con sólo chasquear los dedos, eso sí, creando grupos en sus barrios, vestirse, caminar y hasta entonar cánticos que describían otros lugares, otros países como aquellos camaradas de los años ´70.
Nuestros hermanos se cansaron de consumir las mejores marcas de leche en polvo llegadas de todo el mundo, cereales frescos, carne de la máxima calidad, carros de todas las gamas, gratuidad total en la educación, y todo lo que se podía imaginar un ser humano.
El poder de una bota, la falsedad, la mentira, el negocio turbio a espaldas del pueblo, la división social, esta, la más trágica, el cambio de la libertad por una bolsa de comida, “sapiar” al que piensa diferente, venderse por un falso estatus, acabar con la industria metalúrgica, la papelera, cerrar y censurar medios de comunicación, desbaratar toda la industria petrolera, retroceder casi 80 años en el campo tecnológico,  en fin, los lentes del futuro deberán estar bien limpios para no pasar ni siquiera por un ladito esta nefasta visión.
Muchas cosas sucedieron el pasado 28 de julio en Venezuela. La diáspora general, parte de esa generación que falleció viendo al pueblo maniatado, la generación que en gran proporción salió a recorrer un mundo casi desconocido y que, en parte, heredó ese “gustico” por probar lo que no les correspondía, es la misma que hoy deben defender a toda costa, con la vida inclusive, si desean retornar a su tierra, a su espacio, a su comunidad.
Basta hacer un recorrido actual por la geografía venezolana y podremos determinar el caos, el alzamiento en que la población se encuentra, todo dado por la mísera y paupérrima mente de un grupo de egoístas, engañadores, verdaderos traidores, quienes se levantaron a costa de la cerviz de un pueblo y como cuando se hace ese recorrido geográfico por la Venezuela libre de siempre, escuchamos al ciudadano oriental decir que, “se te vino er mundo Maburro”.
Por: Juan Rafael Gómez Arbeláez- juanrafagol@gmail.com

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